

 
	| nota. Pinchando sobre los botones obtendra mas información. Ruta de la Senda del Castillo de RochafridaAcceso subida pedregosa Desnivel 30 metros Desnivel 1 hora 20 minutos Tiempo aproximado 4,3 kilómetros Población Ossa de Montiel En el Castillo de Rochafrida vivÃa una doncella muy cortejada, Doña Rosaflorida, que lloraba la ausencia de su amado, el caballero Montesinos. Esta história de amor es el argumento de un romance del siglo XV. Las ruinas daban pie a muchas elucubraciones, como sus adornos de oro y piedra como si de un palacio de cristal se tratara. ¿ Que mejor escenario para completar el episodio onÃrico de la cueva de Montesinos ? La Fontefrida. 1 El Castillo 2 El Molino del Tobar 3 Una fuente tobácea. 4 1. La Fontefrida. Tras pasar la ermita de San Pedro en dirección a la Ossa de Montiel, encontramos a mano derecha el desvÃo hacia el castillo de Rochafrida por un camino de tierra que nos lleva a pie de este. Cruzamos el pequeño puente y una senda pedregosa se abre paso a través de la densa vegetación para alcanzar el recinto. Despues, el recorrido da un rodeo por los alrededores de la fortaleza. Fuentes frÃas hay muchas, pero solo unas pocas tienen sabor literario. Una de ellas es la Fonfrida, ubicada al pie del castillo. En el medievo fue bellamente romanceada : "Fonte frida, Fonte frida; fonte frida y con amor..."; sus versos octosÃlabos, inspirados en el castillo de Rochafrida exaltaban la lealtad de una viuda a su difunto esposo. Lo cierto es que sus aguas, como las otras tres fuentes de los alrededores, alimentaban una antigua laguna cenagosa que hacia de autentico foso de la fortaleza. En los farallones calizos que coronan los relieves se instala una flora y fauna muy especial, llamada rupÃcola. La falta de humedad y el suelo, y la elevada insolación que reciben impiden que la vegetación prospere normalmente. Sin embargo, estos mismos cortados son un reclamo para las aves. Suele verse merodear algún búho real, o al halcón peregrino quizás al acecho de las abundantes palomas bravÃas que se instalan junto a las escandalosas colonias de grajillas. 2. El Castillo Este es un pequeño Castillo militar levantado en el siglo XII por los almohades. Formaba parte de una lÃnea defensiva entre la castellana Toledo y la Córdoba califal. El castillo de San Felices tuvo un dueño. Enrique I se lo regaló a Don Suero Téllez de Meneses, caballero de la batalla de las Navas de Tolosa, para defender y repoblar la zona. Después cayó en el olvido y sus ruinas inspiraron al Romancero medieval, rebautizandolo poéticamente con el nombre de Rochafrida. Las caracterÃsticas de un entorno cenagoso y el pitón rocoso que lo bordea lo hacian casi inexpugnable. El recinto amurallado poligonal, construido con cal, arena y piedra caliza, debÃa tener unos dos metros de espesor y altura y en su interior se observa la Torre del Homenaje. Ya por el lado opuesto de donde hemos subido a la fortaleza descendemos y tomamos el camino que nos llevará a las ruinas de El Molino de El Tobar. Unos 500 metros aproximadamente. 3. El Molino del Tobar El quijote no es un libro de viajes. Pero sà de caminos y encrucijadas que el Ingenioso Hidalgo recorrio en busca de aventuras sin ventura. Sus polvorientos caminos han sido desde la antigüedad lugar de paso y de cruce de hombres y mercancÃas. Un camino medieval, quizás ya hollado por los viajeros y comerciantes romanos, despunta en la ladera. Pese a su abandono, todavÃa asoma un tramo de su desgastado empedrado. A unos quinientos metros del castillo localizamos el Molino de El Tobar uno de los cuatro molinos de los que disponÃan los habitantes de Ossa de Montiel donde llevar los costales de grano. Una acequia le traÃa el agua del rÃo Alarconcillo y desgraciadamente hoy a duras penas se mantiene en pie. Un refran popular dice " Con agua muele el molino, y el molinero con vino". Hasta que aparecieron las primeras fábricas de harina, el molino tuvo gran arraigo en la vida cotidiana de los pueblos. 4. Una fuente tobácea. Las aguas de numerosas fuentes y manantiales que drenan el acuifero del Campo de Montiel, surgen cargadas de carbonatos en disolución. Aunque algunas se han secado, como la fuente de la Piedra de la Araña, todavÃa puede verse un rastro de la surgencia. Son los depósitos de Tobas, una cáliza continental muy porosa. En este recorrido podemos también observar los restos de una noria que servÃa para elevar el agua y regar los huertos; hoy sustituida por la bomba eléctrica. TenÃa dos ruedas una vertical y otra horizontal, con los arcaduces colgando. Al bajar se llenaban de agua y al subir la vertÃan en un canal que la llevaba a un estanque o alberca. A menudo la fuerza de una mula la hacÃa funcionar, otras veces era la corriente del agua. |